Páginas afines

lunes, 21 de junio de 2010

La experiencia EMINUS

El día que nos mostraron la máquina gran parte enchuecó la boca. –Bueno sí, esa es la máquina del tiempo, pero ¿funciona?-, otros bostezaban, alguien escuchaba música en sus estereofónicos; unas más atrás se mimaban entre sí, pero nadie era capaz de abrir los instructivos para activarla.
-Es que está muy vieja…- murmuraban,
-y tiene telarañas….-dijo un alumno,
–profesor-preguntaron varios -¿está usted seguro que funciona?- a lo que el profesor contestó:
-Entiendo que no les dé confianza, pero es la única forma que tenemos de viajar al pasado, no se fijen en si la máquina está vieja, polvosa o llena de telarañas; la máquina funciona. Lo que les debe de interesar es las maravillas que podrán ver y a los poetas que conocerán.
Una voz agregó: - ¿podemos saber a qué época iremos?
-¡Al siglo XIX!- entonces todos nos quedamos callados, minutos después alguien dijo: -pero no cabemos todos- a lo que el profesor contestó: - lo sé, iremos en grupos de cinco-.
Y todos nos entusiasmamos de tal forma que ya sabíamos con quienes queríamos compartir asiento, así se hicieron cuatro grupos de cinco alumnos y dos de cuatro, “las nenas”, “los gánster”, “los gringos”, “los oscuros”, “los rainbow”, “los parásitos”, y otros que se fueron perdiendo en el camino.
En nuestro equipo también tuvimos una pérdida, la coronela se perdió en los laberintos del tiempo y el espacio (y no los borgianos). Aún la extrañamos. Los cuatro que quedamos: Rosas, Rojas, Acotl y Palacios, nos dimos a la tarea de recaudar información y lecturas tan extrañas en lenguaje y significado, que siempre que regresábamos del siglo XIX teníamos que preguntarle al profesor que significaba tal o cual cosa.
Tuvimos fallas mecánicas con la EMINUS, para eso teníamos el manual que consistía en pedalear todos a la vez hasta que “pa´ qué le cuento”; sería justo agregar que nuestro capitán trabajó el doble, sin embargo, toditos tratamos de llevar a cabo la odisea. Incluso para buscarle nombre al equipo tuvimos que descascarar unas cuantas páginas y otras invenciones, por ejemplo: en un principio queríamos nombrar al equipo “Rubén y los acotlnautas” pero era valerse del Premio estudiantil de aprovechamiento; después “Los Rosas Espinoza”, aunque nos pareció burlón; finalmente quedamos de acuerdo que nos llamaríamos “Los parásitos decimonónicos” por aquellos de la sangre del poeta y nosotros succionadores de poesía y otras cosas más ambiguas.
Este es nuestro reporte final donde quisimos exponer lo satisfechos que nos sentimos de ver con nuestros propios ojos al siglo XIX en México, y también vimos que no hemos cambiado del todo, aunque esto signifique un lunes eternizado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte algún comentario con nostros